
El sábado, un vecino de Ituzaingó se salvó milagrosamente de recibir un balazo a quemarropa cuando se resistió al robo de su camioneta. La hipótesis de la Justicia es que no era un arma real la que portaba el delincuente, sino de aire comprimido.
Fue alrededor de las 18:30 horas, en Quinquela Martín y Cuyo, en el barrio Iparraguirre. Allí, un hombre estacionó su camioneta Volkswagen Amarok, y demoró en descender de la misma para ingresar a su casa.
Los rastreros, que se movilizaban en una moto y previamente habían pasado por la calle y detectaron al vecino estacionando, aprovecharon esa demora para abordarlo. Así, cuando la víctima puso un pie en la vereda, los bandidos atacaron.
Al detectar el intento de robo, y en una arriesgada maniobra, el hombre se encerró en el habitáculo del rodado. Entonces, el rastrero que iba de acompañante en la moto de bajó, intentó abrir la puerta, y como no lo logró, demostrando un desprecio total por la vida, disparó.
Por fortuna, el balazo rebotó en el vidrio, por lo que la víctima resultó ilesa. Los miserables, en tanto, huyeron como ratas.
El caso es investigado por la Unidad Funcional de Instrucción 1 de Ituzaingó, y la hipótesis que tienen los investigadores es que el arma utilizada sería de aire comprimido que al gatillarse emite el mismo sonido que las de pólvora, y que por eso el hecho no fue trágico.
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